lunes, 4 de junio de 2012

Bésame, que quiero de tu ambrosía...

La ambrosía se conoce como la comida o bebida de los Dioses en la mitología griega. ¿Y que tiene que ver con el besar? Actualmente se ha deformado esta acción que realizada adecuadamente llega a ser un arte. El mundo de lo digital nos ha llevado a esperar aplastar un botón y "zaz" se hizo y esperamos lo mismo al dar un beso, que sea tan fácil como aplastar un botón, y la rutina enemiga del amor puede volver a la persona un besador "averiado". Estos factores derivan en facilismo, egoismo y frialdad absoluta. Que pasó con esos besos estilo holliwood, donde uno como varón utilizada sutilezas para tratar a la mujer como vaso frágil y llevarse el premio máximo: un beso apasionado; en lugar de sexo. Y una mujer que exigía a hombre su máximo esfuerzo para cortejarla. No soy un anticuado sino que el "arte de besar" ciertamente es para valientes, porque el objetivo radica en que a través de este recurso, expresemos nuestro interés, respeto y amor hacia la otra persona, haciendo de un instante que parezca una eternidad, o un momento para recordar toda tu vida, un momento en el que te sientes volar, pero a la vez te quedas con ganas de más y más... Eso provoca un beso bien ejecutado. No pienses que hay una fórmula, o procedimiento para ejecutar el beso, todo queda a tu criterio y se da por si solo; pero si no entiendes el concepto de fondo, serás el/la villan@ de esa relación. Y como lo dije en el párrafo anterior radica en: expresar lo que sientes por la otra persona y hacer todo lo posible para que ese beso sea satisfactorio a la otra persona (que en realidad es el objetivo máximo). En mi opinión personal, los besos que más he disfrutado es donde he podido percibir la sinseridad de los sentimientos de la otra persona. Me encanta sentír el cortejo en el aire, de una u otra manera percibir el nerviocismo mutuo al no saber por donde empezar, pero sabiendo a la vez que lo sabemos todo. Tus sentidos se despiertan y hay momentos en que escuchas los latidos de tu corazón a mil y al estar más cerca empiezas a sentir los latidos de la otra persona. La mirada se pierde, generando el momento de renuncia a tu autocontrol y la otra persona no resiste y cede; tus manos torpes (por el nervioscismo) toman un punto de apoyo (su cintura, su espalda, sus manos, su cabeza, su cuello); percibes el exhalar de su aliento agitado, y en un segundo se genera esa fusión eterna y corta a la vez, en el que parece que termina y empiezas de nuevo, deseando embriagarte con más ambrosía: besos de su boca... Jophy

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