miércoles, 13 de octubre de 2010

Cuando no basta, la edad...

Caminando por el centro de Ambato, pensando en los pendientes del trabajo y los deseos personales, pasé frente al parque Montalvo, donde hubo una imagen particular que me llamó la atención.
Era una anciana de unos 80 a 90 años aproximandamente, que invocando a sus fuerzas, luztraba los zapatos de un caballero. Sus manos más arrugadas que una pasa, y en su rostro el reflejo de toda una historia donde ella al parecer fue una actriz subyugada.
Seguí caminando aunque en mi mente se quedó grabada la imagen de aquella anciana.
Retornando a mi hotel, mi curiosidad fue más fuerte que mi indiferencia hacia la anciana. Así que me senté en la silla donde ella atiende a sus clientes para proceder a que me hechara una "mano de gato" a mis zapatos y de paso conversar con ella; siendo más preguntas las que quería hacerle como: ¿como se llama?, ¿cuántos años tiene?, ¿donde está su familia?, ¿por qué sigue trabajando?, etc.
A la primera pregunta, mi plan quedó desbaratado, debido que difícilmente me escuchaba, entonces solo me quedé observando como laboraba.
Con una noción clara del orden de sus herramientas de trabajo y la técnica de luztrado de calzado que se veía inconstante por la turbulencia de las décadas que le pesaban. Aunque posiblemente no podía preguntar nada, ni ella decirme nada, persibía en su mirada como echaba un vistazo a sus recuerdos.
Pues todo obrero es digno de su salario, posiblemente no podré pagarle a María (como he decidido nombrarla) la enseñanza, de como existen personas trabajadoras, con afán de superación, sin importar su edad, que son útiles y nuestrá corta visión nos ha hecho verles a nuestros abuelitos como "inservibles".
Procedía a pagarle con un par de monedas de dolar, pues no necesitó de palabras para agradecer, solo con un gesto con sus dos manos juntas; que más que agradecerme a mi, agradecía a su creador por ganarse aún el pan de cada día honradamente.

JoPhY

1 comentario:

  1. Amigo mío no sé cómo con todos los diputados que tenemos en nuestro país y con todo el dineral que ganan, no se habla más que de lo mal pagados que están algunitos que nisiquiera mueven un dedo por mejorar aunque sea por ellos mismos aunque no lo hagan por el país; lo que yo me pregunto es cómo todavía está permitido que ésta pobre gente que muchas veces no se ha buscado este destino, sino que le ha llegado por circunstancias de la vida, siga trabajando en las callen en situaciones límite, pero lo peor es que somos nosotros los que lo permitimos, porque creo que nadie, a excepción de almas caritativas, sería capaz de llevarse a su casa a un niño de 5 años que vende en los autobuses, o a un ancianito que duerme entre cartones para que aunque sea tenga alimento o vivienda hasta que puedan salir adelante por otros medios, en todo caso sigo sin entender cómo en un país con tanta riqueza en muchos aspectos se siga manteniendo la extrema pobreza, no lo entiendo. El dinero no lo es todo, pero muchas veces no sabemos compartirlo, aunque sea poco, y lo digo por mí misma, somos unos verdadero egoístas.

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